La obesidad se ha convertido en un problema de salud pública, Recordamos como un gran cirujano norteamericano decidió escribir un libro, sobre psicología para ayudar a sus pacientes a prepararse a la intervención, ya que las personas que decidían someterse a algún tratamiento estético, en gran porcentaje no quedaban satisfechas. Esto nos habla del trasfondo de una decisión para someterse a un tratamiento estético. Casi siempre es inseguridad, baja autoestima o un momento de contagio de esta imagen esteoripada que nos han vendido como perfecta.
La civilización nos ha proporcionado tres venenos blancos: azúcar, harina y sal que en exceso nos llevan directo a la obesidad y a otras enfermedades degenerativas y mortales. La Organización Mundial de la Salud recomienda sólo 10 kilos de azúcar al año, en nuestro país consumimos 150 kilos promedio por persona. De sal nos hablan de 1 a 3 gramos diarios, pero las estadísticas nos dicen que el consumo es de 7 a 10 por día. Y por último la industria alimenticia se ha encargado de presentarnos múltiples formas de consumir harina blanca, al grado de que muchas personas no conocen los cereales como la avena, el trigo, la soya, la cebada, el centeno, etc., algunas veces sólo productos elaborados con ellos. El consumo de estos tres productos es el motivo principal de la obesidad, de la desnutrición y de alteraciones de conducta. Hay familias que no consumen leche; pero compran varios litros de refresco al día.
Los conservadores sódicos que se usan en los empaquetados, enlatados, embutidos, etc., nos impiden llevar una contabilidad de nuestro consumo real, a todo le agregamos sal: fruta, verdura, tejuino, (los refrescos tienen sal por eso se llaman sodas), los quesos tienen alto contenido en sal; el yogurt, la leche empaquetada, etc. Las harinas refinadas, que causan estreñimiento, obesidad, acidez, gastritis, colitis son indispensables para llenar estómagos vacíos que engañan su hambre con dietas baratas. Para obtener los recursos que nuestro Sistema de Salud requiere, sugerimos a nuestros legisladores implementar gravámenes a estos venenos, para curar y educar a la población que requiere de medidas preventivas. En la Unión Europea hay restricciones a estos productos. Nuestro estado y la población en general, nos ahorraríamos dolores de cabeza como los últimos que, se han suscitado, donde gentes sin escrúpulos explotan el tema de la obesidad o de la falsa belleza, que se considera una mina de oro gracias a la ignorancia de nuestra ciudadanía, en la aventura y con la ilusión de confiar en profesionales.
Salud, antes que belleza artificial es un eslogan que necesitamos recordar cada día.
La civilización nos ha proporcionado tres venenos blancos: azúcar, harina y sal que en exceso nos llevan directo a la obesidad y a otras enfermedades degenerativas y mortales. La Organización Mundial de la Salud recomienda sólo 10 kilos de azúcar al año, en nuestro país consumimos 150 kilos promedio por persona. De sal nos hablan de 1 a 3 gramos diarios, pero las estadísticas nos dicen que el consumo es de 7 a 10 por día. Y por último la industria alimenticia se ha encargado de presentarnos múltiples formas de consumir harina blanca, al grado de que muchas personas no conocen los cereales como la avena, el trigo, la soya, la cebada, el centeno, etc., algunas veces sólo productos elaborados con ellos. El consumo de estos tres productos es el motivo principal de la obesidad, de la desnutrición y de alteraciones de conducta. Hay familias que no consumen leche; pero compran varios litros de refresco al día.
Los conservadores sódicos que se usan en los empaquetados, enlatados, embutidos, etc., nos impiden llevar una contabilidad de nuestro consumo real, a todo le agregamos sal: fruta, verdura, tejuino, (los refrescos tienen sal por eso se llaman sodas), los quesos tienen alto contenido en sal; el yogurt, la leche empaquetada, etc. Las harinas refinadas, que causan estreñimiento, obesidad, acidez, gastritis, colitis son indispensables para llenar estómagos vacíos que engañan su hambre con dietas baratas. Para obtener los recursos que nuestro Sistema de Salud requiere, sugerimos a nuestros legisladores implementar gravámenes a estos venenos, para curar y educar a la población que requiere de medidas preventivas. En la Unión Europea hay restricciones a estos productos. Nuestro estado y la población en general, nos ahorraríamos dolores de cabeza como los últimos que, se han suscitado, donde gentes sin escrúpulos explotan el tema de la obesidad o de la falsa belleza, que se considera una mina de oro gracias a la ignorancia de nuestra ciudadanía, en la aventura y con la ilusión de confiar en profesionales.
Salud, antes que belleza artificial es un eslogan que necesitamos recordar cada día.
Josefina Morfín López
Publicado en Correo Publico
13 de julio de 2002
Guadalajara, Jalisco, México.
Publicado en Correo Publico
13 de julio de 2002
Guadalajara, Jalisco, México.
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